No soy de los de dar lecciones, nunca lo he querido. Solo soy de contar historias y cada uno que saque sus conclusiones. Y esto es lo que pretendo también hacer con esta historia. Mi historia. Contar con detalle lo que me ocurrió y luego allá cada uno que piense y actúe cómo quiera. Siempre lo he dicho, esta es mi vida. Tu con la tuya haz lo quieras, pero luego no digas que pudiste tomar otra dirección.
Yo quiero hablar de las vidas que dan giros de 180 grados. Recuerda, son 180 grados, porque si dices que quieres un giro de 360 grados, es decir, dar la vuelta entera, al final te quedas como estabas. No dudo de que alguien lo quiera hacer, pero no es mi caso.
Mi historia es un reflejo de cómo un cambio en la vida puede transformar por completo la vida de una persona. Sí. Un giro de 180 grados en toda regla. Me presento, soy Jesús y durante años, viví en el famoso barrio de Chueca, en el corazón de Madrid. Sí, el barrio por excelencia del colectivo gay y donde vives rodeado de algo especial. Una vida social activa y el dinamismo de la gran ciudad, sobre todo durante el mes de junio, durante el día del Orgullo, que ahora ha pasado a ser una semana y dentro de poco será un mes.
Sin embargo, llegó un momento en el que sentí que necesitaba un cambio, pero un cambio radical, algo más tranquilo, más en sintonía con una vida pausada y en contacto con la naturaleza. Chueca ya no estaba hecho para mí. Muchos me criticaban que abandonaba mis raíces y yo les decía que yo no había cambiado, el barrio, sí.
Fue entonces cuando decidí dar un giro de 180 grados. Me enamoré por completo de una casa en una zona rural de Villaviciosa de Odón, una zona que si no conoces te invito a hacerlo. Porque se trata de un entorno más verde y relajado, pero aún lo suficientemente cerca de Madrid como para poder ir a trabajar, porque a mí todavía el dinero no me cae del cielo.
Es cierto que sabía desde el primer momento que necesitaba hacer algunas reformas para convertirla en mi hogar ideal, pero no fue problema. Los profesionales de Reformas El Baúl me dijeron desde el primer día que con una reforma integral podía hacer una casa muy muy elegante. Y así fue. Es cierto que diría que al 90% conseguí la casa que yo había soñado. El otro 10% ya sabe, es por cuestión de dinero y de logística, hay cosas que no pueden ser.
Así fue el proceso
Vale, reconozco que el proceso no fue fácil, pero cada cambio en la casa me acercaba más a mi visión de una vida nueva. Es cierto que no tuve problemas en olvidarme de mi anterior vida en Chueca, porque ya estaba muy harto. Ahora, y lo digo de corazón, disfrutó de la tranquilidad, el aire puro y el espacio que antes me faltaba.
Siempre cuento que lo que más costó fue la instalación eléctrica. En mi caso, era muy antigua y había que cambiar todo el cableado eléctrico. Por suerte, hoy día los cables se fabrican con un plástico libre de halógenos, resistentes a la llama y al calor, mucho más seguros, aportando más tranquilidad, y eso es algo que me encantó. Se puede dormir tranquilo
En esta zona rural, he descubierto pasatiempos que no sabía que me podían gustar. Por ejemplo, como la jardinería y la cocina casera, y he encontrado un equilibrio entre la paz del campo y la cercanía a la ciudad. Creo que es la combinación perfecta, pero que muchas veces o no nos atrevemos a buscar o creemos que no es para nosotros.
Y sí, hoy me siento más feliz que nunca. No reniego de mi vida anterior, pero sé que este cambio me ha permitido encontrar una nueva versión de mí mismo. Ahora, como os decía al principio del artículo, habrá muchos que me digan que he perdido mis raíces, que eso ellos no harían, que su vida por culpa del trabajo o de la familia no se puede adaptar a esto. Vale, os entiendo.
Yo simplemente os cuento lo que me ha pasado a mí . ¿Lo recomiendo? Pues claro. Pero lo primero que recomiendo es que yo no obligo a nada, que hagas lo que te de la gana, compañero.
