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Viajar a Berlín: el viaje más divertido y loco que te puedes echar a las espaldas

Viajar es el verbo que más me gusta del diccionario. Creo que toda persona que tiene un problema tendría que tener un viaje pagado por la Seguridad Social. Y no, no lo veáis como un gasto para las arcas del Estado, al revés, hay que verlo como una inversión para evitar depresiones, bajones y enfermedades de salud mental. Ese mal del siglo XXI que cada vez esta más presente y que parece que ahora los políticos, supongo que porque lo están viviendo en primera persona, se lo están empezando a tomar en serio.

Pues bien, desde hace años mi objetivo es viajar mucho en la vida. Hasta el punto de que me he comprado ese mapa en el que puedes ir marcando todos los países que visitas. Viajar es la mejor forma de abrir la mente, de conocer a otras personas, de darte cuenta de que todos somos diferentes, y también es la forma de vivir un sinfín de anécdotas. Y yo de esto tengo para escribir un libro, y no, no es una frase hecha. Os cuento, por ejemplo, mi viaje a Berlín. Uno de los que más ganas tenía por eso de estar presente en una ciudad que forma parte de la historia moderna de Europa y de todo el mundo.

Pues bien, hace unos años, decidí hacer un viaje a Berlín para conocer la historia y la cultura de esta ciudad, que como os digo todos hemos visto en los libros y en las películas, esas que yo recuerdo que me ponía a ver en el pueblo con mi tío Carmelo que era (ya murió) una de las personas más interesadas en conocer cosas sobre la Segunda Guerra Mundial. Cuando puse un pie en esa ciudad, tenía claro que iba a ser una experiencia inolvidable, y la verdad, es que inolvidable fue. Aunque ahora os cuento las razones.

Una de las anécdotas más recordadas que me sucedió fue cuando realicé una visita que es un clásico, la visita al Museo del Muro de Berlín. Ese que siempre caía en todos los exámenes del instituto.  Mientras estaba allí, me acerqué a un hombre mayor que estaba allí vendiendo trozos del famoso muro. Y es que no solo en España sabemos hacer negocio de todo. En Alemania también. Pues bien, este buen hombre me contó que había vivido en Berlín del Este y que había presenciado la caída del muro en 1989. Yo al principio pensaba que era el típico que contaba esto para que le comprara el trozo. Pero la verdad es que al ofrecerme tantos detalles, y sobre todo, sus ojos casi envueltos en lágrimas, me dijeron que eso era verdad.

Un sueño cumplido

Otra anécdota que recuerdo siempre que hablo de mi viaje es cuando me perdí en el barrio de Kreuzberg. Y es algo que siempre recomiendo que se haga, pero ojo, con GPS. Estaba caminando por las calles estrechas y coloridas cuando me di cuenta de que no reconocía nada a mi alrededor. Por suerte, conocí a un grupo de jóvenes locales que me ayudaron a encontrar mi camino de regreso a mi hotel. Durante el camino, me contaron sobre la historia de Kreuzberg y me llevaron a algunos de sus lugares favoritos para comer y beber. Y oye, esas cosas no se olvidan, y menos aún para un amante de la cerveza como soy yo.

Lo que sí recomiendo es que si estos viajes se van a hacer para mucho tiempo, que te lleves tu coche, porque las distancias se hacen eternas. En mi caso, ya tengo claro que la próxima vez que vaya voy a contratar una empresa de transporte internacional que me lleve mi Toyota Yariss allí. Es una gran inversión. Por ejemplo ha hablado ya con la empresa Transportes Internacionales y la verdad es que las condiciones son muy buenas. En mi caso no me atrevo a ir, y sobre todo por el precio de la gasolina, a ir hasta Alemania en coche, pero sí que alguien te lo lleve. Y luego allí ya puedes recorrerlo todo.

También tuve la oportunidad de visitar el Museo de Pérgamo, que es algo muy recomendable. Tiene una puerta de la ciudad de Ishtar y el Altar de Pérgamo que son una pasada. Fue una experiencia muy chula.

Sin duda, Berlín es una ciudad que está llena de historia, arte y cultura en cada rincón. Mi viaje fue una experiencia increíble que nunca olvidaré, llena de sorpresas, anécdotas memorables y momentos impactantes. Y claro que me gustaría volver.

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