Cuando una persona mayor ingresa en una residencia, lo hace con la esperanza de estar en un lugar donde se sienta segura, acompañada y bien atendida. Sin embargo, no siempre es fácil para ellos adaptarse, y es nuestro deber hacer que su día a día sea más llevadero.
Aquí comparto algunas ideas para mejorar su calidad de vida y hacer que se sientan realmente bien en estos espacios.
Consejos para conseguirlo
Crear un ambiente acogedor y familiar
Las residencias deben sentirse como un hogar. No se trata solo de que tengan una cama cómoda y una habitación limpia, sino de que el ambiente sea cálido y acogedor.
Permitirles personalizar su espacio con fotos, mantas o pequeños objetos de su vida anterior les ayuda a mantener su identidad y sentirse más cómodos. Además, la decoración del lugar en general debe ser agradable, con colores suaves y muebles cómodos, para que no se sientan en un hospital, sino en un hogar.
Fomentar la participación en actividades recreativas
El aburrimiento y la falta de estímulos pueden afectar seriamente el ánimo y la salud de los mayores.
Las residencias deberían contar con una buena oferta de actividades recreativas, como talleres de manualidades, música, lectura o jardinería. También es importante que se les motive a participar, pero sin obligarlos. A veces, basta con encontrar la actividad adecuada para que disfruten y se sientan más vivos.
Potenciar las relaciones sociales entre residentes
Uno de los mayores problemas que enfrentan los ancianos en las residencias es la soledad.
Aunque estén rodeados de personas, pueden sentirse aislados si no tienen con quién compartir su día a día. Organizar espacios donde puedan conocerse y charlar, como tardes de café o juegos de mesa, ayuda a fortalecer los lazos entre ellos. También es clave fomentar el respeto y la convivencia, evitando que alguien se quede apartado.
Contratar servicio de asistencia externa para paseos y compañía
No todas las residencias pueden ofrecer suficiente personal para que los mayores tengan atención individualizada todo el tiempo. Es por eso que A Domicilio Cantabria, una empresa experta en cuidado de personas mayores a domicilio en Cantabria y Santander, opina que contratar asistencia externa para dar paseos, hacerles compañía o incluso ayudarles con pequeñas tareas puede marcar una gran diferencia. Un acompañante que los escuche, los anime a salir al parque o simplemente les haga sentir que alguien se preocupa por ellos mejora mucho su bienestar emocional.
Facilitar la comunicación con sus familias
El contacto con la familia es fundamental para los mayores. Es triste que muchos pasen días sin recibir visitas o sin hablar con sus seres queridos.
Las residencias pueden ayudar facilitando videollamadas, llamadas telefónicas o incluso promoviendo visitas más frecuentes con horarios flexibles. También es buena idea organizar reuniones familiares donde puedan compartir un rato agradable juntos.
Mejorar la alimentación y adaptarla a sus necesidades
La comida no solo es una necesidad, sino también un placer. Muchas veces, en las residencias, los menús son monótonos o no se adaptan bien a los gustos de cada persona.
Es importante ofrecer comidas variadas, equilibradas y que sean apetecibles. Además, hay que tener en cuenta las necesidades especiales, como dietas blandas o sin sal, pero sin olvidar que también disfrutan de un capricho de vez en cuando.
Priorizar el respeto a su autonomía y decisiones
Aunque estén en una residencia, los ancianos siguen siendo personas con su propia historia y decisiones. Muchas veces, se les trata como niños, imponiéndoles horarios y normas sin preguntarles qué quieren.
Siempre que sea posible, hay que respetar su autonomía y permitirles tomar decisiones sobre su día a día: qué ropa ponerse, a qué hora levantarse o qué actividades hacer. Darles voz en su propia vida es una forma de mostrarles respeto.
Cuidar la atención médica sin deshumanizarla
La salud es una prioridad en las residencias, pero no puede reducirse solo a darles medicación y controlar sus constantes.
Es fundamental que se sientan escuchados cuando tienen una dolencia, que no se minimicen sus preocupaciones y que los médicos y enfermeros sean cercanos y empáticos. Además, también es clave fomentar la prevención con revisiones periódicas y ejercicio adaptado a sus capacidades.
Consejos de los profesionales
Un enfoque personalizado es clave para garantizar el bienestar de los residentes.
Cada anciano tiene una historia, una personalidad y unas necesidades diferentes, por lo que no se les puede tratar de manera homogénea. Un buen cuidador se toma el tiempo para conocer a cada persona: qué le gusta, cuáles son sus costumbres, sus aficiones y hasta sus pequeños rituales diarios.
Un aspecto esencial es el respeto por sus tiempos y decisiones. Muchas veces, los mayores sienten que han perdido el control sobre su propia vida y que todo está decidido por otros. Los profesionales deben procurar que participen en la toma de decisiones, desde elegir su ropa hasta decidir si prefieren ducharse por la mañana o por la tarde. Respetar su autonomía es fundamental para que se sientan valorados y no como simples pacientes.
Los expertos también recomiendan no centrarse solo en las necesidades físicas, sino en el bienestar emocional. Es vital evitar la infantilización y hablarles con el respeto que merecen. Pequeños gestos, como dirigirse a ellos por su nombre en lugar de diminutivos o frases condescendientes, pueden hacer una gran diferencia en su autoestima.
Además, los profesionales destacan la importancia de la escucha activa. Muchas personas mayores tienen una gran necesidad de compartir sus recuerdos y experiencias. Un buen cuidador sabe que dedicar unos minutos a conversar con ellos, recordar su juventud o interesarse por sus historias, puede cambiar por completo su estado de ánimo.
En definitiva, el trato humano y cercano es lo que transforma una residencia en un verdadero hogar.
Consejos de las familias
El apoyo de la familia es fundamental para que una persona mayor se sienta querida y acompañada en una residencia. No basta con visitarles de vez en cuando; es necesario involucrarse en su día a día y hacerles sentir que siguen siendo una parte importante de la familia.
Uno de los principales consejos de los familiares que han pasado por esta experiencia es la constancia en el contacto. No siempre es posible visitar con frecuencia, pero una llamada, una videollamada o incluso una carta pueden hacerles sentir cercanía. Las familias deben establecer una rutina de comunicación para que los mayores sepan que cuentan con ellos y no se sientan abandonados.
Además de las visitas, es clave participar en las actividades de la residencia. Muchas organizan eventos familiares, como comidas especiales o tardes de juegos, en los que pueden compartir tiempo de calidad juntos. También se puede proponer actividades personalizadas, como llevarles su comida favorita un día especial o ver una película que les recuerde momentos felices.
Otro aspecto importante es la paciencia. En ocasiones, los mayores pueden volverse más repetitivos o melancólicos, pero en lugar de corregirles o mostrar impaciencia, es mejor escucharles y validar sus emociones. Preguntarles cómo se sienten y qué necesitan ayuda a que se expresen y se sientan comprendidos.
Por último, la familia debe ser un puente entre el anciano y la residencia. Es fundamental hablar con los cuidadores, estar al tanto de su estado de salud y asegurarse de que reciben el trato adecuado. Implicarse en su bienestar es la mejor manera de demostrarles amor y gratitud.
Consejos de los propios ancianos
Los mayores que han vivido en residencias por mucho tiempo tienen una perspectiva valiosa sobre lo que realmente les ayuda a sentirse bien. Muchos coinciden en que la clave para una vida plena en la tercera edad es mantenerse activos y encontrar alegría en las pequeñas cosas.
Uno de los consejos más repetidos es no dejarse llevar por la rutina monótona. Aunque la vida en una residencia tiende a ser más estructurada, es importante buscar actividades que les motiven. Leer, hacer manualidades, aprender algo nuevo o incluso involucrarse en las tareas cotidianas del centro ayuda a sentirse útiles y estimulados.
También recomiendan mantener una actitud abierta a las relaciones sociales. Muchas veces, al ingresar en una residencia, sienten miedo o rechazo hacia el cambio. Sin embargo, quienes se animan a conversar con otros residentes, participar en juegos o compartir aficiones suelen adaptarse mejor y sentirse menos solos. Formar nuevas amistades les permite encontrar apoyo y compañía en personas que están viviendo una situación similar.
Otro consejo valioso es aceptar el envejecimiento con serenidad. Muchos ancianos afirman que lo más importante es centrarse en lo que aún pueden hacer en lugar de lamentarse por lo que han perdido. Disfrutar de una buena comida, tomar el sol en el jardín, escuchar música o simplemente recordar anécdotas felices pueden llenar de significado cada día.
Como ves, puede hacerse más por ellos
Hacer que la vida de nuestros mayores en las residencias sea más fácil no es una tarea imposible. Requiere empatía, voluntad y un esfuerzo por parte de todos: familiares, cuidadores y responsables de los centros. Pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia en su bienestar. No se trata solo de que tengan un lugar donde vivir, sino de que vivan con dignidad, respeto y felicidad.
Porque ellos nos dieron mucho a lo largo de su vida… y ahora nos toca a nosotros devolverles algo de ese amor y cuidado.