Hoy en día todo se puede aprender, desarrollar y entrenar. No es que antes no lo fuera, lo era pero de otra manera. Más por las bravas que por gusto, la verdad. En la actualidad, toda la información está ahí para aquellos que estén dispuestos a curiosear y aprender cosas nuevas. Todo vale. Y está muy bien. Si algo te interesa y quieres aprender, ¿por qué no hacerlo? Las nuevas tecnologías de la comunicación permiten que así sea, prácticamente sin límites.
Partiendo de que de todo se aprende y a todo se aprende, nadie tiene porque quedarse atrás, ni hacerse la diferencia. Sin embargo, no todos tenemos las mismas capacidades, ni habilidad. Ni siquiera una misma persona tiene porque ser capaz de afrontar una situación de la misma manera en diferentes momentos. Esto nos lleva a la resiliencia, la importancia de la misma y que se trata de una capacidad esencial para mantener una buena salud mental que se puede desarrollar. Muchas personas, por desgracia, tienen poca resiliencia, lo que las aboca a otro tipo de problemas de carácter psicológico y vivir estados de angustia o tristeza durante mayor tiempo.
La buena noticia es que, como decíamos al principio, de todo se aprende y a todo se aprende y, por supuesto, la resiliencia, se puede aprender y desarrollar. Con objeto de motivar a las personas que lo necesiten, hemos consultado con profesionales de la psicología del equipo de CP Sur, para saber de primera mano cómo desarrollar esta capacidad y adquirir mayor resiliencia ante situaciones complicadas. Como sabemos, la resiliencia es precisamente eso, la capacidad de adaptarse y recuperarse emocionalmente de las diversas situaciones de estrés o traumáticas que nos acontecen en la vida. Para muchos, una gran dificultad; para otros de gran sencillez.
Capacidad para superar la adversidad
Si el ser humano careciera de esa capacidad adaptativa que lo caracteriza, no sería capaz de enfrentarse a los eventos difíciles que acontecen en la vida. Reaccionar a los sucesos traumáticos como la muerte de un ser querido, enfermedades o la pérdida del trabajo, es algo que puede hacerse de diversas maneras. Algunas personas gestionan estas situaciones de forma magistral, en tanto que otras, no son capaces de afrontarlas y se desmoronan.
De forma natural y generalizada, las personas contamos con esa capacidad de adaptación que da como resultado el tiempo. En la mayoría de los casos, se trata básicamente de dejar que el tiempo haga su trabajo y sane las heridas. Sin embargo, en algunas ocasiones, hay que actuar en favor del tiempo y poner de nuestra parte. Desarrollar una buena capacidad de resiliencia es fundamental para enfrentar la vida, llena de altibajos y adversidades para las cuales no estamos preparados. Adquirir esta capacidad es un proceso que requiere de tiempo y esfuerzo por parte de muchas personas. Por suerte, existen algunos métodos para entrenar y desarrollar esta capacidad tan esencial.
Si entendemos por resiliencia el proceso de adaptación ante la adversidad, sea un trauma, una tragedia, amenazas, tensiones externas, problemas familiares, laborales o en las relaciones personales o la salud, podemos decir que se trata de un efecto rebote ante una experiencia difícil. Este efecto, nos devuelve al punto en el que no había pasado nada, pero con la experiencia vivida.
Las diferentes investigaciones llevadas a cabo, convienen que la resiliencia no es algo extraordinario que posean algunas personas y otras no. Al contrario, se trata de algo ordinario y común que todas las personas poseen. Como ejemplo podemos citar un acontecimiento como la pandemia del Covid y la manera en la que la sociedad en general, se ha recuperado. Tanto a nivel sociedad como individual. Algunos quedan rezagados y les cuesta más; otros lo afrontan como si tal cosa. Pero el resultado general es resiliente.
Maticemos que ser resiliente no significa que la persona que pasa por una dificultad o momento angustioso, no experimente nada. Al contrario, el dolor emocional y la tristeza es común en personas que han sufrido adversidades o traumas en su vida, por mucho que las superen. Doler, duele. De hecho, el camino a la resiliencia no está exento de dificultades ni obstáculos que afecta al estado emocional. Lo que sucede es que algunos, hacen callo y cada vez gestionan mejor sus emociones y adversidades.
Podemos asegurar que la resiliencia no es algo que se tiene o no se tiene. Es un conjunto de conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas por cualquier persona. Todo el mundo puede desarrollar la resiliencia, puesto que la capacidad de hacerlo está presente en todas las personas. Otra cuestión es, como ya hemos mencionado, lo que a cada uno le cueste o suponga.
Como decimos, la resiliencia es una combinación de factores que contribuyen a su desarrollo. Son numerosos los estudios que demuestra que uno de esos factores es tener un entorno saludable que se base en relaciones de apoyo y carió, tanto dentro como fuera de la familia. De las relaciones que emana el amor y la confianza se crean modelos a seguir, estos, ofrecen un estímulo y la seguridad necesaria para construir la resiliencia de las personas. Aunque también, encontramos el caso opuesto: personas que han tenido que rehacerse sin contar con ese apoyo y cariño. Se sobreponen ante la adversidad sin contar con un apoyo.
Otros factores que se asocian a la resiliencia son la capacidad para llevar a cabo planes realistas, siguiendo los pasos necesarios para ejecutarlos. Mantener una visión positiva sobre uno mismo, así como confiar en las fuerzas y habilidades propias. Poseer destreza a la hora de comunicarse y solucionar problemas o la capacidad para manejar y controlar los sentimientos e impulsos fuertes. En esta lista podemos observar que se trata de factores que todas las personas pueden desarrollar por si mismas de forma satisfactoria.
Resiliencia o como aprender del pasado
Resulta inevitable. Para ser resiliente, es esencial aprender de las vivencias pasadas. Centrarse en esos momentos del pasado y la fortaleza necesaria para afrontar la adversidad, es una de las claves que permite identificar y las estrategias que posibilitan desarrollar mayor resiliencia.
Cuestionarse algunos aspectos y explorar las respuestas que susciten, es uno de los ejercicios más sencillos para empezar en el camino del desarrollo de la resiliencia necesaria para afrontar la vida. A continuación, plantearemos algunas de esas cuestiones esenciales para descubrir la mejor manera de afrontar las situaciones difíciles.
- ¿Qué tipo de eventos han resultado más difíciles en su vida?
- ¿En qué medida y como le han afectado dichas situaciones?
- En los momentos de estrés, ¿le ayuda pensar en las personas que tienen mayor importancia en su vida?
- Cuando toca pasar por una experiencia difícil, ¿a quién acude en busca de ayuda?
- ¿Qué cosas ha aprendido sobre sí mismo y las interacciones con los demás en situaciones de dificultad?
- ¿Le ayuda ofrecer apoyo a personas en situación semejante?
- ¿Ha superado esos obstáculos? ¿Cómo?
- ¿Qué ayuda a sentir más esperanza sobre el futuro?
Hacerse estas preguntas a uno mismo y responderlas con sinceridad, puede ayudar a potenciar esa resiliencia. Comprobar en primera persona que has sido capaz de superar circunstancias negativas y momentos de adversidad, es una manera de entender que puedes seguir haciéndolo.
Ser resiliente, conlleva una flexibilidad en la vida y realizar un balance de la misma, a la vez que se enfrentan las situaciones difíciles y surgen los eventos traumáticos. Esto puede lograrse de diferentes formas siempre y cuando, se permita experimentar emociones fuertes y reconocer cuando hay que evitarlas. Salir adelante y realizar acciones que permitan atender problemas y necesidades en el día a día, a la vez que se toma tiempo para descansar y recargar la pilas. Pasar tiempo de calidad con los seres queridos, para sentir el apoyo y estímulo necesario, aumentando la confianza en los demás y en uno mismo, son algunas de esas actitudes que favorecen la resiliencia.
No hay que hacer un Master ni estudiar una carrera. Ni siquiera es necesario hacer un cursillo de resiliencia. Lo que no quita que si se quiere hacer, se haga en el caso de encontrarlo. Resilientes somos todos en mayor o menor medida. Esa capacidad del ser humano para sobreponerse no es una tendencia ni una moda. Es algo que tenemos por necesidad y el puro instinto de supervivencia. Ahora le han puesto nombre y le han dado voz, pero ya existía antes. No es algo nuevo.
Basta con echar la vista atrás. La historia de la humanidad, está plagada de resiliencia. Guerras, hambrunas, catástrofes… La vida propia, también. Desde que nacemos hasta que morimos, nuestra vida se compone de situaciones difíciles que encumbran los buenos momentos. Vivir no es fácil, pero vivimos. Los que no son capaces de sobreponerse, porque carecen de resiliencia, no es que no la tengan, es que por otras razones no pueden seguir adelante y necesitan ayuda profesional y, por supuesto, del entorno.
A veces un mantra es suficiente para avanzar y no dejarse vencer por la adversidad. Una frase sencilla, puede despertar las ganas de sobreponerse y desarrollar esa resiliencia. Un simple “yo puedo con esto”, puede ser suficiente para seguir adelante. Nadie sabe lo fuerte que es, hasta que ser fuerte, es lo único que puede.