Mi nombre es Jaime y tengo 60 años. Y os quiero contar cómo mi vida ha cambiado después de contagiarme de COvid. La verdad es que aquella mañana de marzo de 2020 cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salió por televisión para anunciar que llegaba un confinamiento no pensaba que esto me iba a pasar. Todavía recuerdo que durante los primeros meses hasta me resultaba gracioso. Pero claro, esto no te das cuenta de lo que es hasta que no lo padeces. Y la verdad es que este maldito bicho que ha destrozado la vida de muchas personas y familias, en mi caso lo que ha supuesto es un cambio de 180 grados. Os cuento.
Cuando comenzó la pandemia de COVID-19, nunca imaginé que me vería afectado por esta enfermedad. Como os digo, entre videollamada con los amigos y la familia, entre ver programas de nostalgia de esos que repetían en la televisión pues se iba pasando. Y claro, yo pensaba que estas cosas siempre pasan a otros. “Yo tengo una salud de hierro, el virus a mí no me afecta”, era mi pensamiento. Luego he comprobado que también era el de muchas otras personas. Sin embargo, el virus no distingue entre edades o estado de salud.
Fue a principios del año 2021 cuando comencé a sentirme mal. Tenía fiebre alta, dificultad para respirar y dolor en el cuerpo. Pero claro, yo pensaba que podía ser una gripe fuerte o un resfriado. Después de varios días de malestar, decidí ir al hospital de mi ciudad y allí me confirmaron la mala noticia: tenía COVID-19. Después de varios meses de librarme, el bicho había llegado a mi vida. Y la cosa no fue a mejor. Hasta el punto de que me tuvieron que ingresar. No me podía creer verme allí. Durante las primeras semanas en el hospital, la enfermedad me golpeó con fuerza.
Hasta el punto de que estuve en cuidados intensivos, luchando por la vida. Las dudas y el miedo me comieron por dentro, no pensaba que mi vida estaba en juego, aunque luego mis familiares me lo confirmaron porque recibieron una llamada de la médica que me atendía. Pero tuve la suerte de contar con un equipo médico maravilloso que luchó por mi vida. Y es que si algo hemos aprendido de esta pandemia, no es que los políticos hagan bien las cosas, no. Lo importante es que tenemos unos grandes profesionales sanitarios, que por desgracia, no están pagados como se merecen.
Batalla ganada al COVID, pero…
Después de varias semanas, finalmente logré vencer al virus. Eso sí, las secuelas que me dejó fueron graves y todavía persisten en mi cuerpo. Mi capacidad pulmonar se vio severamente afectada, lo que dificulta mi respiración casi tres años después. Además, me siento débil y cansado la mayor parte del tiempo. Todavía recuerdo los meses en rehabilitación, luchando por recuperar mi salud y fuerza. Y es que es otra, las secuelas mentales que te deja son muy grandes.
A pesar de los avances, las secuelas de COVID-19 han dejado huellas para toda la vida en mi cuerpo. Ahora, incluso después de haber superado la tremenda enfermedad, sigo teniendo dificultades para respirar y mi movilidad se ha visto reducida. Hasta el punto de que tuve que habilitar mi casa para adaptarla a mi nueva situación. Puse rampas y barras de apoyo para moverme con mayor facilidad, lo que supuso una gran inversión. Incluso una cama elevadora, que gracias a los profesionales de Cuidaria me hicieron una rápida instalación en mi casa. Y a un buen precio, porque por desgracia estas cosas no suelen ser baratas.
Ya podéis ver cómo mi vida ha cambiado drásticamente. Sin embargo, tengo muy claro que estoy agradecido por seguir aquí. Son muchas familias las que les gustaría estar en mi situación, porque ellos sí han perdidos a sus seres queridos. Lo que tengo muy claro es que la pandemia me ha enseñado a valorar cada momento y a cuidar de mi salud como nunca lo había hecho. Ahora no es cuestión de ir al gimnasio, sino de cuidar lo que va por dentro.
A pesar de todos estos problemas, es cierto que las fuerzas de mi familia me han venido muy bien para saber disfrutar de cada día que se me ha dado. Incluso estoy feliz porque el año 2024 es bisiesto y tengo un día más para disfrutar. Nunca imaginé que el COVID-19, el maldito bicho que dicen que vino de China pero yo todavía no me lo creo, tendría un impacto tan profundo en mi vida. Pero la vida es así y ahora es el momento de tirar para adelante.